Eybels Cafe
No había manera de hacerle cambiar de idea
Desde que la Abuela Lunardi le regaló aquel disco de Billy Hart, Richard Mancuso se empeñaba todos los días en ir al Eybels Cafe
Iluminado como si fueramos felices, Richard cruzaba el local hasta sentarse en la primera mesa mientras nos hacía gestos a Gordon y a mí para que fueramos a su lado
El Gran Leroy Boyd nos observaba complaciente desde la barra. Demasiadas veces viendo lo mismo, demasiadas veces escuchando lo mismo...